domingo, 9 de septiembre de 2012

Un glorioso combate



COMBATE DE POTRERO NEGRO





COMBATE DE POTRERO NEGRO



“En todos los niveles de las Fuerzas Armadas –incluyendo a los servidores del Orden Público – hermanos nuestros están derramando su sangre en el cumplimiento de un ineludible deber: la defensa de la Nación y de sus hijos. Esta sangre es inmensamente fecunda. De la sangre de héroes nacen héroes aún cuando a los ojos humanos muchos de ellos parezcan anónimos o desconocidos... La sangre, aún tibia de nuestros Mártires, será el plasma vital de la renovada Argentina”.
Monseñor Adolfo Servando Tortolo


Comienzos de septiembre de 1975. Junto al equipo de combate que operó en El Chupadero de las Aguas Hediondas, también iniciaron el repliegue las dos secciones de la Compañía B del RI Mte 28 que efectuaban el bloqueo al fondo de la granja de monte, tomada para dicha operación.
La 2º Sección estaba bajo las órdenes del Subt Rodolfo Hernán Berdina, quien ya había adoptado las medidas de seguridad para la marcha; esto es, adelantar una punta de infantería con la que mantenía contacto por radio y por estafetas.
De pronto se escuchan numerosísimos disparos. La punta de infantería había chocado con elementos subversivos. Berdina es el Jefe de la sección. Sabe que debe estar donde se corra mayor peligro. Por eso es que al instante toma carrera para hacerse cargo de aquella fracción que ya estaba combatiendo con denuedo.
Y los ejemplos arrastran. Un soldado, Ismael Maldonado, al ver a su jefe ir al combate, pese a no haber recibido ninguna orden, salió tras él. Seguramente habrá pensado en ir a cubrirlo de ser necesario.
Ya están en la zona batida por el fuego; el soldado Maldonado dispara su FAL en dirección hacia donde provienen los disparos buscando cubrir a su Jefe pero ambos son alcanzados por los proyectiles y caen heridos de muerte. ¡Y qué muerte! Uno cumpliendo con su responsabilidad de Jefe y el otro demostrando su lealtad hacia él.
El Jefe de la Punta de Infantería, un Cabo 1º,  no  pudo evitar aquellos disparos criminales pese a su arrojo que lo impulsó a tomar una ametralladora y a hacer fuego mientras los disparos de los subversivos llegaron a perforar su mochila.
Tampoco pudo evitarlo el valor del Jefe de la Primera Sección que desde Potrero Negro, enterado por la radio del combate, transita por entre el fuego a toda velocidad en su vehículo y lo ubica cubriendo los cuerpos de Berdina y Maldonado.
El heroico subteniente fue trasladado al Hospital Militar "Tucumán" y sometido a una intervención quirúrgica de urgencia.
Casi veinticinco días más tarde, trascendía, por distintos diarios, la carta que a los familiares del Subt. Rodolfo Berdina le enviara su Jefe directo. En ésta podemos ver cómo era este joven soldado de 22 años que Nuestro Señor Jesucristo le otorgó las palmas del martirio. “Luego de cumplir una misión de dos días se juntan dos secciones, una de ellas a cargo del Subteniente Berdina, quedando a las órdenes de este último, mientras el jefe de la otra sección gestiona los camiones para transporte. Muy cerca de la salida del monte y casi a un par de minutos de juntarse las dos secciones nuevamente -agrega- los hombres más adelantados de Berdina chocan y sorprenden a varios guerrilleros (una mujer entre ellos) y se inicia un tiroteo. Berdina se adelanta a la carrera a tomar impresión personal de la situación con el soldado Maldonado, sobrepasando a los dos Suboficiales que le indican la presencia del enemigo".
"Al sobrepasar a todas las fracciones, Berdina y Maldonado son alcanzados por disparos, muriendo el soldado instantáneamente".
"Como usted podrá darse cuenta -continúa la carta dirigida al padre del oficial, capitán de corbeta (RE) Horacio Berdina- su hijo corrió personalmente los máximos riesgos, asumiéndolos, sin arriesgar a uno solo de sus hombres. Por eso aquí lo consideramos un héroe".
"En cada oportunidad en que Berdina concurrió al campo lo tuve a mis órdenes, y créame que supe apreciar su delicada personalidad, su afán de asumir misiones difíciles, su prestigio con los soldados y, en fin, todas las condiciones de un gran soldado. Se podrá usted imaginar nuestra pena ante el camarada caído y mi personal congoja por la pérdida del Subteniente que iniciaba su vida de soldado, pero pienso que este drama en que estamos y que lamentablemente no todos perciben exigirá la vida de mucha gente como Berdina y el soldado Maldonado. Para mí ha muerto el mejor -termina diciendo la carta-, el primero de los Oficiales a mis órdenes. Y Dios quiera que el País perciba su sacrificio. A ustedes, padres y hermanos de este héroe, les digo: su temprana muerte en combate embellece toda su breve vida y eleva su apellido al nivel de los elegidos de la Patria. Nosotros, aquí, trataremos de ser dignos del ejemplo que nos marca Rodolfo Berdina".
   Pidámosle al Señor Dios de las Batallas que el sacrificio de Berdina y Maldonado no caiga en el olvido; que no sólo Él lo recuerde, sino que también nosotros lo hagamos y lo sepamos fructificar.

DANIEL O. GONZÁLEZ CÉSPEDES

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